Por Blanca Padilla
Acahualtepec. Foto: Blanca Padilla |
“Como los cuervos, le sacaron los ojos”, así rezaba el titular de la primera
plana de El Gráfico la mañana del miércoles 10 de octubre. Con esta noticia,
ilustrada con la foto del cuerpo del hombre asesinado a media plana, se
despertaron los vecinos de Ampliación Santiago.
Nada fuera de lo común en un diario amarillista como el mencionado, pero
esta vez ese encabezado hacía alusión a la tortura y asesinato de una persona
muy conocida entre los vecinos de esta colonia de Iztapalapa.
Su generosidad, su amabilidad, su disposición para ayudar siempre le ganaron
reconocimiento entre los vecinos a este taxista de 50 años.
_Así es aquí. En el D.F. vivimos tantos,
nos amontonamos en el transporte, en las calles y en las plazas, nuestras casas
están pared con pared, pero en los
mejores casos solo sabemos el nombre de quienes viven al lado, no más_ comentó
una vecina con afán aclaratorio.
Su oficio de taxista fue fundamental para hacerse de muchos conocidos en la
colonia desde hace unos 30 años cuando llegó a vivir aquí. Acahualtepec, al sureste de Iztapalapa, se comenzaba a
poblar apenas.
Los recuerdos son muchos. Las veces en las que en plena madrugada se le fue
a despertar para que llevara a una vecina parturienta al sanatorio o la
paciencia con la que le prestaba sus servicios a vecinos diabéticos o apopléjicos.
Nadie mejor que él: a veces cobraba menos de lo que valía el viaje y siempre
era más seguro viajar con él que con cualquier otro.
Su buen juicio y criterio también eran conocidos. Quién no recuerda el
pleito casado que desde hace años sostuvo con su hermana, y todo porque en
lugar de ponerse del lado de su hermano, prefirió apoyar a su cuñada. El y su hermano
estaban casados con dos hermanas, pero su hermano le daba mala vida a su cuñada
y ésta decidió separarse de él.
_No dudó ni tantito a quién apoyar, aunque esto le trajera problemas con sus
otros hermanos_ comentó una conocida.
Todos estos recuerdos vienen a la mente de los vecinos ahora que se
enteraron de su inexplicable fin.
Carmen, _ la última vecina en verlo la noche del lunes, porque el martes ya
no se supo de él y fue reportado como desaparecido_ al enterarse de su muerte
entró en shock. Luego comenzó a relatar
ese último encuentro.
_Esa noche él me llevó. Me gané unos boletos para ir al concierto de
Alejandro Fernández, pero como estoy con esta enfermedad que ya no me deja
caminar, le pedí al señor Enrique que me llevara a recogerlos, y así lo hizo,
comentó Carmen, una joven señora de 34 años con un problema en la columna que
le debilita las piernas.
_Siempre estuvo dispuesto a ayudarme, yo me sentía muy apoyada sabiendo que
podía contar con él. Sobre todo, fue respetuoso conmigo_ dijo esta joven y
guapa mujer de ojos claros para quien la máxima prueba de su confianza hacia el
señor Enrique es que, desde que comenzó con su enfermedad, fue él quien llevó y
trajo a sus pequeños hijos de la escuela, sin que jamás se hubiera suscitado
algún problema.
_ No puedo creer que una persona así haya sido asesinada. Esa noche, luego
de recoger los boletos el señor Enrique me regresó a mi casa y prometió que
cuando fuera el concierto también me llevaría, pero eso ya no va a ser posible_
dijo Carmen a punto de llorar.
_Quién iba a saber que esa sería la última vez que nos veríamos. Ahora que
lo pienso, esa noche, ya casi cuando nos íbamos a dormir mis hijos y yo,
ocurrió algo extraño. Serían como las once de la noche cuando, de pronto, un
pajarito amarillo entró por un hueco que hay en la puerta y revoloteo en la
cocina. No le di importancia, solo le pedí a mi hijo que abriera más la ventana
para sacarlo.
_Ahora me pregunto qué estaría sufriendo el señor Enrique a esa hora y si no
fue él quien de esa forma vino a despedirse_ relató Carmen, quien vencida deja finalmente
escapar sus lágrimas por el amigo ausente, ese del que hablaba El Gráfico con
palabras estridentes, ese que fue padre, esposo, trabajador, amigo, vecino.
Nada se sabe aún de los móviles del crimen y menos de quienes lo cometieron.
Lástima, solo es un vecino más de esta gran metrópoli y no hijo de algún
connotado político.
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