Por Blanca Padilla
Tomados
de las manos, en señal de paz y hermandad, fue como los vecinos escucharon
parte de la misa solemne, durante la fiesta del Señor de la Misericordia, el
pasado 23 de abril. No hicieron caso del insulto que significaban los retratos
colocados delante del improvisado púlpito.
Así
lo solicitó el padre Juanito quien pidió a Dios: “Danos un corazón grande para
amar, para luchar, para continuar nuestro peregrinar en esta vida porque no
estamos solos y necesitamos respetarnos”.
Y
últimamente han difundido que es al finado, Jesús Alvarado Nava, a quien se
debe la capilla, pues él donó el predio, para tal fin, en su testamento. Y
materializaron sus dichos colocando los retratos de esta persona y de su hijo,
a un lado del santo patrono festejado.
Esto
sin importarles que existen documentos legales (publicados ya por Iztapalapa
Hoy en línea:
http://iztapalapahoyreloaded.blogspot.mx/)
donde se prueba que Alvarado Nava no era el dueño desde 1991 y que quiso
recuperarlo, cuando se fundó la capilla, demandando a Chela y al padre Lázaro
(2004-2007), pero perdió.
Sabedora
de esto y conocedora de la naturaleza humana, Chela, fundadora de la capilla,
sostiene que Alvarado Nava “no es culpable del uso que se está haciendo de su
memoria por gente sin escrúpulos”.
“Es poco cristiano y no comprendemos cómo la
familia se prestó, pero somos humanos y así actuamos a veces”, dijo y agregó
que ellos seguirán colaborando con la capilla, prestando las instalaciones de
Carpa II. A cambio sólo pide respeto.
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