sábado, 3 de abril de 2021

Del sueño a la pesadilla

 Por Blanca Padilla

La ausencia de seguridad hace que lo que digan los otros, o más comúnmente las otras, se convierta en ley para las mujeres. Esta manera, culturalmente normalizada, de someterse al juicio ajeno y de ser juzgadas, genera un círculo vicioso o una espiral hacia abajo que las somete cada vez más, hasta anularlas.

Revelación

Lo primero que olvidé es que para los otros “no soy una dama”. Entonces, él tenía derecho a violarme y yo no a defenderme. Por eso nadie me comprendió.

“Ellas soy yo”. Suena a canción de Gloria Trevi, pero no, eso me decía yo en mi sueño mientras veía la escena de un video en la que un hombre guapo, al que yo intuía importante para mí, aunque no lo recordaba, me abrazaba.

Viendo la escena muda y cortada sin explicación, pensaba que era alguien a quien en algún momento había amado.

Estaba en una especie de desván, revisando cosas viejas y en otra parte del sueño, o la pesadilla, descubría la continuación del video que había sido mutilado y que alguien había escondido de mí.

Esta era sonora. Yo tenía veinte años y ocurría después de ese primer abrazo al que le sigue otro más invasivo. No me siento cómoda e intento alejarlo. Pero él, en lugar de retroceder, avanza. Lo golpeo con pies y manos y le pido que me suelte.

Él me grita. No debo ponerme así porque no soy una dama. Ya he tenido dos o tres novios.

Sus palabras resuenan en mi cabeza y me paralizan. No alcanzo a comprender.

El video sigue y quienes lo graban comentan que él tiene razón, que debo agradecer que él se haya fijado en mí siendo tan guapo e importante.

Me estremezco, lloro de rabia y desconsuelo. Me siento abandonada y confundida.

Yo también sé que él es guapo y que para mí ha sido importante, el hombre ideal, casi un Dios. Pero nunca esperé que me tratara con tan poco respeto, que se comportara como si fuera un animal carente de raciocinio y de lenguaje, a pura fuerza física e instintos.

Es eso lo que me sorprende, es eso a lo que yo reacciono, pero eso las demás no lo ven. Porque, curiosamente quienes comentan y me juzgan son mujeres.

El video termina. Alguien lo quita y en el desasosiego que me causa vuelvo a perderlo. Entonces despierto.

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