jueves, 13 de abril de 2023

Derechos políticos y sociales, triunfo ciudadano no rehenes electoreros

Por Blanca Padilla 

La mayoría de gente pobre en México es gente noble, leal y agradecida. Lo sabemos. Por desgracia, también lo saben los políticos. Entonces, desde hace muchos sexenios, y el actual no es la excepción, los apoyos económicos o en especie que se dan vía diversos programas sociales se han convertido en materia de clientelismo político. 
Es decir, con la satisfacción raquítica de nuestros derechos sociales porque, en realidad, esos apoyos son una medida desesperada que apenas sirve para disminuir la enorme desigualdad social y económica que se vive en México, quedan secuestrados nuestros derechos políticos: votar libre y secretamente, organizarse, participar en consultas populares, generar iniciativas de ley, disentir… 


Nuestros derechos plenos en materia social son: derecho a un empleo y salario justo, derecho a la protección social en casos de necesidad, derecho a la vivienda, derecho a la tierra, derecho a la educación gratuita y de calidad, derecho a la sanidad, derecho a un medio ambiente saludable y el derecho a la alimentación, como se asienta en los artículos 3º, 4º, 27 y 123 de nuestra Constitución.
Estos derechos no se han satisfecho y sólo nosotros, como ciudadanas y ciudadanos, tenemos la obligación de exigir esto para cambiar nuestra realidad. ¿Cómo? Informándonos y actuando con libertad. El gobierno no te está haciendo ningún favor, sólo está tratando de resolver, a medias, lo que anteriores gobiernos hicieron mal, y no por eso debes plegarte a todas sus peticiones o votar como te sugiera sin expresar el más mínimo desacuerdo. Eso es corrupción y en algún momento jugará en tu contra. Ya lo dijo Zapata: quien quiera ser águila que vuele, quien quiera ser gusano que se arrastre, pero que no grite cuando lo pisoteen.

¿Para qué aprendiste a leer y a escribir si no te sirve para informarte y defenderte? 

 La ignorancia es la base de toda injusticia. Una persona ignorante es fácil presa de estafadores. Lo que hace actualmente el gobierno de López Obrador con los apoyos económicos de los programas de Bienestar, es tratar de cerrar la brecha entre ricos y pobres. Y, aunque se queda corto, eso no es lo peor, más vale un poquito que nada. 

El problema, el gran problema es que, mucha gente que recibe estos apoyos se siente comprometida a darle su apoyo a este gobierno haga bien o haga mal. Y una vida ciudadana sana no debería ser así. Esos apoyos no son una graciosa concesión, son una mínima parte de los derechos sociales que merecemos porque fueron conquistados al filo del fusil por cientos de miles de mexicanos que dieron la vida durante la revolución mexicana. No son poca cosa, pero la ciudadanía parece ignorarlo. 


 ¿Por qué pasa esto? Entre otras cosas porque, aunque actualmente el 95% por ciento de personas en el país están alfabetizadas y sólo tenemos un 5% de analfabetas (mayores de 15 años que no saben leer ni escribir). La verdad es que, el 90% de los mexicanos no leen, no conocen sus derechos, no conocen sus obligaciones y se dejan llevar por lo que escuchan en los grandes medios de comunicación electrónica o sólo hacen lo que les dicen, sin cuestionar.

Y como esta gran cantidad de personas también forman parte de los más de 80 millones de pobres que tenemos en el país, muchos de los cuales dependen de los apoyos económicos del Estado, son fáciles presas de la manipulación electoral. 

Enorme desigualdad entre ricos y pobres 

De todos es sabido y sentido que la brecha entre ricos y pobres, desde hace décadas, es enorme. Por ejemplo, mientras muchos mexicanos perdieron sus empleos durante la pandemia o estuvieron ganando sólo la mitad de su sueldo, apenas para sobrevivir, los 36 multimillonarios de México, en 2022, aumentaron su riqueza en un 20%. 

Entre los más ricos tenemos, en primer lugar, a Carlos Slim, el octavo hombre más rico a nivel mundial. Un personaje que se ha hecho rico gracias a su amistad con distintos presidentes, comenzando con Salinas de Gortari y terminando con López Obrador. 

A él le siguen, Germán Larrea, dueño de las mineras donde más de 80 mineros siguen enterrados sin que a nadie parezca importarle. 

Ricardo Salinas Pliego, el que con pagos chiquitos esquilma a los más pobres y con una programación banal e insidiosa desinforma y mantiene ignorante a la gente. 


Alberto Bailléres, un tipo que, entre otras cosas, se robó toneladas de oro de la comunidad El Bajío, en Sonora y murió sin devolverle a la comunidad el oro o los billones de dólares que ganó con esa explotación. 

En el otro extremo, tenemos que en 2020 la pobreza extrema aumentó en un 7.6% y la pobreza total aumentó un 6.3%, de acuerdo con Banxico. Aunque puede ser que más. Entonces, dada esta abismal disparidad, los programas de Bienestar, esos apoyos económicos que da el gobierno a los adultos mayores, a madres solteras, a niños de nivel básico y a jóvenes de nivel superior, apenas si logran paliar en un mínimo porcentaje esta desigualdad económica entre ricos y pobres.

¿Qué ha pasado, mientras tanto, en otros países? 

Hay varios países que, en el mismo periodo, han logrado mucho mayor bienestar social y democracia política que México, pero sólo hablaremos de Dinamarca, un país donde el 74% de las personas en edad de trabajar tienen un empleo bien remunerado, el 99% de las cuales, tienen horarios cortos de trabajo.

Este país tiene seis millones de habitantes y unas diez familias multimillonarias. En 2020, sólo cerca del 12.3% estuvo en riesgo de pobreza, 714 personas. Esto habla de que la desigualdad económica no es tan diametral. 

Pero, para lograr esto, los daneses, desde principios del siglo pasado desarrollaron distintas luchas por acceder a derechos sociales y de participación política. Los políticos no se han plantado como semidioses ante sus conciudadanos haciéndoles promesas que nunca cumplen, se han comportado como activistas en constante lucha por lograr que todos accedan a derechos plenos que traigan bienestar social. 

Ante el neoliberalismo, nunca abandonaron el modelo de Estado de bienestar, como se hizo en México, y más bien desarrollaron un sistema universal de derechos políticos y sociales y promovieron una mejor distribución de la riqueza a través de una reforma fiscal, para cobrarle más a los más ricos. 


Desde los años 60 del siglo pasado se impulsó la inclusión femenina en el mercado de trabajo y se creo un sistema de atención pública a la infancia, a los ancianos, a los enfermos y a los discapacitados. Con ello, se liberó a la mujer de estas cargas como cuidadora y al hombre como único proveedor. 

En México, la revolución que costó tantas vidas no alcanzó a lograr esto, gracias a la corrupción en la que se hundieron los distintos generales y después los civiles que asumieron el poder ante una sociedad analfabeta, incapaz de pelear por sus derechos. Pero ya no estamos en las mismas condiciones. Ya no hay pretexto. Basta de tolerar el clientelismo político. Ya no podemos permitir que secuestren nuestros derechos políticos. Tenemos que respetarnos un poquito.

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