miércoles, 1 de febrero de 2023

CULHEMBRAS, VIEJA HISTORIA DE MUJERES DESAPARECIDAS EN MÉXICO

Por Blanca Padilla

No sé si antes realmente había menos desapariciones de mujeres o éstas no se denunciaban y por lo tanto no se registraban adecuadamente. 

Sin embargo, muchas personas conocemos historias de hombres o mujeres que salieron de sus pueblos en el tiempo de las grandes migraciones del campo a la ciudad, años 50 a 70 o antes, y que no volvieron nunca.

Tenemos entre 1945 y 1960 la truculenta historia de lo ocurrido a las infortunadas mujeres que fueron víctimas de las Poquianchis, tratantes de mujeres para explotación sexual.

Tlaxcala, también tiene una historia ancestral como lugar de trata y explotación sexual. Hace algún tiempo Nancy, una buena amiga y colaboradora, me contó una historia que narraba su bisabuela de algo que ocurría en Apizaco, Tlaxcala.

Contaba la bisabuela que en aquel pueblo las mujeres eran prostituidas porque sobre ellas pesaba la maldición de ser “hijas de la Malinche”, como las llamaban. Se decía también que eran mujeres muy hermosas y entonces llegaban muchos hombres curiosos para comprobar si aquello era cierto. Hubo algunos que incluso quisieron llevarse a alguna de esas mujeres. Pero eso no era tan fácil.

Por aquel tiempo, años 20 del siglo pasado, comenzaron a llegar las bicicletas al pueblo y no faltó un hombre que, adicionando un canasto al portabultos de su bicicleta, intentó llevarse a una de esas mujeres ocultándola en el canasto.

La mujer, quien también quería salir de ahí, le advirtió que, al acercarse al río, en el límite del pueblo, escuchara lo que escuchara no volviera la cabeza porque si lo hacía no podría llevársela. 

Así, al acercarse al río, el hombre comenzó a escuchar voces amenazantes y el siseo de víboras. Y fue tanto el miedo que sintió que no pudo evitar volver la cabeza. En ese momento, aquella mujer se transformó en culebra y el hombre, presa del pánico salió huyendo.

Se decía que estas mujeres habían sido raptadas en su temprana juventud para prostituirlas y que regresaban a su pueblo sólo a morir. Pero, al morir se habían transformado en culebras o “culhembras”, como las llamaban los lugareños.

Entonces, en el pueblo, podían presentarse como hermosas mujeres, pero, si alguien pretendía llevárselas se transformaban en culebras. Por eso ya no podían salir.

La bisabuela también relataba la historia de una mujer que a su regreso contó que, luego de raptarla, la llevaron en barco hasta un lugar que ella identificó como Alemania. Ahí, la explotaron sexualmente hasta que conoció a otra mujer latina que hablaba español y que la ayudó a escaparse.

Prácticamente llegó a morir a su pueblo, la travesía que hizo para poder regresar había sido ardua. Pero, se dice que, antes de morir dio a luz a unas gemelas pelirrojas a las que la gente del pueblo siempre consideró como brujas. Lo último que se supo de ellas es que se fueron a vivir a Chignaguapan, Puebla.

Y algo o mucho de cierto debe haber en estos relatos populares, pues, el pueblo de Apizaco inició su formación como campamento ferrocarrilero, a mediados del siglo XIX. Entonces, fue un lugar donde, durante ese mismo tiempo, no debió faltar quien llevara mujeres para prostituirlas. 

Desde entonces, en muchos pueblos de Tlaxcala, la trata de personas con fines de explotación sexual, por desgracia, es un mal endémico.

 

 

 

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