Por Blanca Padilla
México
declara su independencia de la corona española en 1821, pero prácticamente desde
entonces entra en una resbaladiza relación de dependencia con Estados Unidos,
su poderoso y agresivo vecino que, en 1848, le arrebatara más de la mitad de su
territorio.
Nada
se mueve al sur del río Bravo sin que Estados Unidos tenga injerencia a partir de ese momento. Los
corruptos gobiernos mexicanos se han plegado siempre a los deseos norteamericanos.
En tanto, la clase trabajadora, en su mayoría, dada la idiosincrasia de los
mexicanos, ante tanta miseria, sólo se resignan y dan gracias de Dios por tener
un trabajo, aunque sea mal pagado.
Así
pues, lo que ha podido hacer o no México, en cuestión de desarrollo económico y
social, está condicionado por esta relación de dependencia y por su pasado como
colonia ibérica. En este segundo artículo, de esta serie de cuatro sobre
México, los mexicanos y el dinero, reseñaremos cómo Estados Unidos fue
sustituyendo a Europa como modelo para México y como ese dominio, que ejerce gracias
a su poderío económico y militar, ha influido en la situación de pobreza e
injusticia social que se vive en México.
Subdesarrollo,
¿etapa previa al desarrollo consecuencia de la colonización y el saqueo?
Históricamente,
a partir de la industrialización, un hemisferio del mundo se desarrolló económicamente:
el norte. Mientras otro, el sur, ha permanecido en el subdesarrollo. México, en
este sentido, está al sur. Los pueblos del norte, provistos de superiores
avances tecnológicos, sometieron a los de sur, se repartieron sus territorios,
extrajeron sus materias primas y los usaron como esclavos y como mercado
cautivo, todo lo cual les sirvió para acumular capital.